POR: FERNANDO RALERO
Estaba la semana pasada con mis compadres en una carne asada; en un evento y es algo que para los que no nacimos aquí, aunque lo disfrutamos mucho nos cuesta algo de trabajo entender: lo que es la cultura de la carne asada en Monterrey.
La cultura del asado o cocinar directamente sobre el fuego va mucho más atrás en la historia de la humanidad. ¿Sabías que nuestro cerebro y nuestro cuerpo son exactamente iguales a los que nuestros antepasados tenían hace 100 mil años? Así es. Exactamente iguales, pero nuestra vida social y familiar cambió mucho.
Hace 100 mil años vivíamos en cavernas y durante 60 mil años no hablamos; el arte tiene unos 40 mil años, de leer y escribir tenemos unos 6 mil años, y de hacerlo masivamente apenas unos 200 años. Como sociedad somos muy nuevos, y muchas de nuestras costumbres, nuestros gustos y preferencias vienen en nuestra esencia social desde hace cientos de generaciones. Eso ocurre con la carne asada.
Cuando los hombres volvían a la cueva de la cacería, las familias se reunían alrededor del fuego para compartir los alimentos. Los hombres se encargaban de cortar a las presas de caza y con el fuego las cocían para repartirla entre los miembros del grupo.
El fuego además de calor, les daba a nuestros antepasados una forma de protegerse de los depredadores que asechaban las entradas de las cuevas; por eso las familias se sienten tranquilas y seguras cuando están en grupo, con alimento y cerca de una fuente de calor.
Hoy en Monterrey es una hermosa tradición el reunirnos alrededor de asadores para platicar y pasar un momento a gusto con los amigos. Normalmente los hombres están cerca del fuego preparando los alimentos y el resto de las familias se reúnen con ellos al momento de comer.
La cultura de la cerveza, la excelencia en el ganado de la región y las costumbres adquiridas de los europeos que poblaron Nuevo León, sirvieron para darle a la costumbre de la carne asada, los elementos para que fuera un distintivo único en nuestra región. Pero todo empezó hace 100 mil años, cuando ni siquiera podíamos hablar.