¿Dónde estamos los padres?

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03/02/2017

La alegría de vivir

Por Omar Cervantes/ Especialista en Bienestar Personal

En materia de adicciones o de conductas conflictivas es muy común que los padres acudan con un especialista o terapeuta una vez que el problema los ha rebasado y normalmente llegan diciendo “es que no sabemos ya que hacer con nuestro hijo”, “dígame dónde podríamos internarlo” y frases similares. En ocasiones como sociedad nos asombramos de las noticias negativas como la balacera de enero en Playa del Carmen o el penoso incidente de Monterrey donde un menor activó un arma en la escuela, temas que por cierto han tenido una resonancia nacional y que al menos a mi en el consultorio un par de familias se acercaron porque en la “operación mochila” encontraron marihuana a su hijo. Y como dice el dicho, “ahogado el niño a tapar el pozo”, cuando escuchamos estas noticias todo mundo habla de ellas, generan aparente consciencia, nos hace voltear hacia dentro de nuestras familias y las redes sociales se llenan de mensajes de reflexión de lo que como comunidad estamos haciendo para permitir estos incidentes. De pronto recuerdo una de las preguntas más frecuentes de los padres de familia cuando doy pláticas de adicciones, cuando me interrogan para saber que deben hacer ellos para prevenir o detectar posibles consumos de drogas o exceso de alcohol. La respuesta no es tan complicada ni tiene una gran ciencia, sobre todo cuando se trata de hijos menores de edad o mayores de edad aún en la custodia y manutención de los padres. De manera muy simple les digo, no hay mejor prevención que saber dónde andan nuestros hijos, con quien, que hacen y cuales son los límites y reglas de su casa. Sin embargo al estar en contacto con los pacientes adictos y escuchar sus historias de vida y de consumo, me parece que sería preferible preguntar ¿donde están los padres? Ya que son comunes las historias de hijos que se criaron con la nana, la empleada doméstica, el chofer, los tíos, los abuelos o alguien más, que en muchas ocasiones los conocen más que sus propios progenitores, sin importar el nivel socioeconómico del paciente. Entonces parecería, como señala la hipótesis sistémica que algunos colegas encuadran, de que el adicto se convierte en el chivo expiatorio de la familia, la cual se niega a ver su propia disfunción y prefiere acudir en busca de alguien que ayude a su hijo en lugar de entender que todo el sistema requiere apoyo y que el consumidor muchas veces solo es el síntoma de una enfermedad familiar. De lo que se trata entonces es de que cada miembro de la familia asuma su responsabilidad y cada uno hagamos lo que nos corresponde antes de seguir reaccionando cada vez que hay noticias que como sociedad nos cimbran.

omarcervantesrodriguez.esp@gmail.com