POR: PACASSO
Nadie ha dicho que las industrias y sus chimeneas estén peleadas con el gusto por el arte; Es también un mito que la producción de acero, vidrio y cerveza no se lleva con la producción pictórica y escultórica.
Monterrey es un ejemplo de ciudades pujantes en la industria pero también en el arte y para muestra basta una paleta multicolor. Hoy hablaremos de Julio Galán, que si bien es cierto nació en Muzquis , Coahuila no podemos soslayar que su carrera se forjó a 42º Celsius en nuestra Sultana del Norte.
Sin pretender ser un artículo biográfico, es necesario señalar que los primeros trazos de Galán se dieron bajo la influencia de Frida Kahlo y el sufrimiento propio de artistas surrealistas. Sus obras primarias reflejan una autobiografía de sufrimiento , dolor y tragedia. Fue entonces cuando llamó la atención de Memo Sepúlveda, un mecenas de artistas regiomontanos y con ojo clínico digno de Durand-Ruel en quien depositó la confianza de promoverse en las galerías locales Sanpetrinas, lo que lo catapultó a esferas del arte moderno en la capital mexicana hasta que por voluntad propia se muda a Nueva York para trabajar al lado de Warhol , Baskiat y otros monstruos del arte Pop.
Julio Galán dejó huella en la generación X de Monterrey, se atrevió a romper el stablishment del arte convencional promoviendo una temática tan irreverente como cargado de sexualidad libre de prejuicios.
Recuerdo que en una de sus exposiciones en MARCO , museo en Monterrey, decidió no asistir a la inauguración de su muestra, que por cierto estaba abarrotada de Bitnics, fresas y “wanna be” por lo que sin su presencia se decidió dar el corte de listón mientras un enigmático enmascarado de plata caminaba sigilosamente por los pasillos y escuchando los comentarios y voces de los asistentes a la muestra frente a sus obras. No era extraño ver al enmascarado puesto que el ambiente era tan ecléctico como subterráneo. Casi por cerrar sus puertas MARCO , el enmascarado subió a la terraza del museo y llamando a Memo Sepúlveda se despojó de su máscara sólo para pronunciar “Me gusta que la gente hable bien o mal de mi, pero que hablen de mi”.
Ese era el estilo de Julio, extravagante al extremo , irreverente y engreído lo que le hizo ganar el mote de “L´enfant terrible” de la pintura mexicana. Galán descansa desde 2006 en el cielo de los artistas aunque pensándolo bien , las almas nunca mueren mientras se siga admirando su obra.