No existen personalidades 

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08/12/2016
La alegría de vivir

Por Omar Cervantes/ Especialista en Adicciones

Las adicciones son una enfermedad que entre otras características, no respeta edad, género, posición económica, raza, ideología, credo, nivel de estudios ni profesión, sino que es un mal que se ha extendido por toda la tierra.

Quizás por ello programas tan efectivos como el de alcohólicos anónimos tengan representación en al menos 182 países del mundo en grupos tradicionales, clínicas, hospitales e instituciones en prácticamente todos los extractos sociales.
Dentro de los principios básicos de este programa que se ha convertido en filosofía de vida y que en Estados Unidos ha sido adoptado por unos 200 diferentes tipos de padecimientos que toman los 12 pasos y el anonimato como base de recuperación, se ha establecido con toda funcionalidad que para el tratamiento de la enfermedad no existen personalidades sino solamente personas que padecen de este mal.
De esta forma tanto para los grupos anónimos como para las clínicas de rehabilitación y los centros terapéuticos, el anonimato del paciente es una importante herramienta de su recuperación y en la mayoría de las veces solo se les menciona por su nombre de pila y apellidos.
Adicionalmente, el tratamiento terapéutico deja a un lado las personalidades, los cargos, el abolengo o el curriculum personal y se enfoca en los síntomas, las causas, la historia de vida, las heridas, los vacíos, las carencias, la historia de consumo y el perfil emocional y mental del paciente.
Así como para la enfermedad no hay distingo, para el tratamiento tampoco lo hay e inclusive en algunos aspectos debe desinflarse el ego del paciente para reconocer su enfermedad, sus limitaciones y proponer los cambios que debe hacer en su vida si quiere rehabilitarse.
El anonimato en este sentido tiene dos funciones. Primero darle al paciente la certeza de que su padecimiento y su tratamiento será manejado con completa discreción en la manera que el lo decida.
Un segundo aspecto es el carácter espiritual que suele tener un proceso de recuperación de las adicciones, en el sentido de que “tu mano derecha no debe saber lo que hace tu mano izquierda” y que el proceso es personal e individual y los resultados hablan por sí mismos sin necesidad de andarlos promoviendo.
Quizás también sea una forma de proteger los modelos terapéuticos y los programas de recuperación puesto que los pacientes cuando pregonan sus cambios y luego pueden sufrir alguna recaída como es alto el índice en esta enfermedad, podrían transmitirle al resto de las personas que las clínicas, los terapeutas o los 12 pasos no sirven o no son exitosos, cuando en la mayoría de los casos las reincidencias o fracasos tienen más que ver con la persona que con el método de rehabilitación.