LA ALEGRIA DE VIVIR
Por Omar Cervantes /Especialista en adicciones
Este miércoles asistí a dar una plática a Al-Anon (para familiares de alcohólicos) con un tema de sumo interés y que en la actualidad lamentablemente vemos como crece y está íntimamente ligado a las llamadas relaciones tóxicas que en muchos casos presentan rasgos o antecedentes de codependencia en uno o en ambos miembros de la pareja.
El tema que las participantes del grupo me solicitaron abordar era “cómo terminar relaciones con valor y honestidad y no darla por terminada a través de falta de atención o dejar que la otra persona asuma la responsabilidad” o dicho de otra forma, saber poner límites y atreverse decidir lo que es mejor para mí bienestar en toda la extensión de la palabra, dos circunstancias que les es muy difícil asumir a las personas con rasgos de codependencia, lo que me llevó a consultar un par de textos cuyas definiciones comparto en este espacio por considerarlas de valor para el lector.
“Conductas autodegradantes aprendidas o defectos de carácter que generan una disminución en la capacidad de iniciar relaciones amorosas o de participar en ellas” (Larsen, E. 1985)
“Una reacción natural al hecho de convivir con una persona problemática, tal es el caso del abuso de consumo de alcohol por parte de la pareja, o con una pareja maltratadora; y como una predisposición a la codependencia que algunas mujeres (u hombres) pueden llegar a presentar por los antecedentes de su historia familiar, donde además pudo haber ocurrido una alteración en el desarrollo normal de su personalidad” (Noriega Gayol G, “El guión de la codependencia en las relaciones de pareja”).
Aunque las relaciones llamadas tóxicas, disfuncionales o patológicas pueden superarse a través de diferentes abordajes terapéuticos, la realidad es que en muchos casos según demuestran investigaciones, alguno o ambos miembros de la pareja suelen tener signos codependientes entre los que se pueden destacar baja autoestima, dificultad para establecer límites funcionales, incapacidad para asumir y expresar la propia realidad, abandono de las necesidades y deseos propios por complacer al otro y una posible distorsión de la realidad, expresada normalmente con exageración o reducción.
En tal sentido, un proceso terapéutico de rehabilitación y recuperación individual que a la postre beneficie a la pareja, ya sea para dar por terminada la relación de forma saludable o aprender a relacionarse funcionalmente, necesariamente debe trabajar en la historia personal y familiar de cada uno de los miembros, dotarle de herramientas para mejorar sus niveles de autoestima, capacitarle para poder establecer límites sanos consigo mismo y con el otro, además de un modelo de cambio de las conductas anteriores distorsionadas por las que provean de bienestar a la persona y por consiguiente a ambos.
Un modelo integral entre psicoterapia y algún grupo de 12 pasos como puede ser Al-Anon, Codependientes Anónimos o incluso Neuróticos Anónimos, puede ser una solución para la persona y para la pareja como un sistema, una vez que se tienen claras las consecuencias de la relación y el deseo de cambiar.