Una soledad abrumadora

04/08/2016

LA ALEGRIA DE VIVIR

Por Omar Cervantes /Especialista en Adicciones

He escuchado a muchos alcohólicos y adictos a diferentes sustancias contar sus historiales de consumo y verlos evolucionar hacia la recuperación y cómo vuelven a narrar sus vidas con otra perspectiva y son capaces de resignificar lo que un día fue oscuridad total en una nueva luz de esperanza.

“Siempre me sentí solo, con una especie de vacío permanente que me impedía realizarme, abrazando mi soledad como una condición sin remedio y trataba de ocultarlo a través de unos tragos, pero conforme avanzó el tiempo ese sentimiento de vacío me acompañaba a todas partes aunque estuviera acompañado y recuerdo incluso haber estado en alguna fiesta o en un lugar lleno de gente y con música alegre y mi sensación era la de no pertenecer a ningún lado por lo que seguía bebiendo hasta olvidarme literalmente de todos”, narró un alcohólico que me fue llevando a través de la historia de su vida a comprender esa forma de ver su realidad, que siempre se agravó y nunca se mejoró con unas copas en la mano.

Tanto en clínicas de rehabilitación, como en el consultorio, como incluso en grupos de 12 pasos una y otra vez he escuchado sobre el dolor que la soledad (imaginaria o real) les causa a los enfermos de adicción y de cómo independientemente de los diferentes matices de sus circunstancias, tienen el común denominador de haber experimentado en algún momento rechazo, abandono o falta de pertenencia o identificación con sus grupos sociales, ya sea que el consumo los fue aislando o bien que sus anécdotas familiares los llevan a identificar esas heridas que los hicieron consumir y que al no remediar nada con ello y agravar su condición, les hizo seguir repitiendo su patrón enfermizo como una espiral creciente hasta creer que no había otra forma de vivir.

Incluso para algunos adictos en rehabilitación, sobre todo en su abstinencia precoz, cuando apenas están acomodando y ordenando lo que fue su vida durante años de desastre, las relaciones familiares, interpersonales y laborales se vuelven un reto en virtud de que pasaron mucho tiempo en el aislamiento físico o emocional que les implica una nueva forma de restablecer su interacción con los demás, haciéndose presente en algunas ocasiones los viejos moldes de pensamiento aún a pesar de estar sin beber o drogarse.

La buena noticia para quienes en este momento están experimentando identificación con este tipo de testimonios es que a través de los diferentes modelos y técnicas terapéuticas de recuperación, hay muchas historias de adictos que nos cuentan cómo cambió su vida, no sólo por el hecho de dejar la sustancia, sino de hacer un trabajo personal que los llevó a comenzar a llenar esos huecos tan dolorosos que algún día los acompañaron y que hoy son un tesoro que abren cada vez que quieren recordar de no regresar a donde un día estuvieron y a continuar en el camino hacia la alegría de vivir.

Facebook Omar Cervantes

omarcervantesrodriguez.esp@gmail.com